martes, 2 de junio de 2009

AL SUR DE LA FRONTERA AL OESTE DEL SOL de Aruki Murakami

Sobre el final, esta novela de Murakami propone varias lecturas. Uno puede leerla como una novela de enigma, Shimamoto desaparece y su vida extraña, misteriosa queda para que el lector resuelva esos misterios barajando posibilidades: padecía una enfermedad terminal, era víctima de alguien a quien debía su existencia, etc. Pero puede leerse también como una novela sobre la identidad y Shimamoto es un personaje de ese otro mundo, el de los sueños, el de los deseos insatisfechos, el de los conflictos existenciales, creación de la imaginación de Hajime.
Si hacemos una lectura desde lo fantástico –todo obra es plurisignificativa y susceptible a múltiples interpretaciones- podemos pensar en los rastros que va dejando el autor para decirnos que su amiga reencontrada es algo así como la encarnación de sus tendencias autodestructivas: el sobre con el dinero que le dan al protagonista el día que la sigue y que, años después no puede encontrar, la misteriosa desaparición de Shimamoto de la casa, la noche que pasan juntos, el manto de misterio que envuelve su vida y sobre todo las alusiones a la sensación de vacío y atracción hacia la muerte que describe el protagonista en dos ocasiones cuando está con ella.
En el título acaso está la clave, las fronteras siempre son no lugares, espacios de vacío. Hajime llega a la frontera de su propia existencia pero no la traspasa, se recupera y rearma su vida. Es esa frontera de irrealidad que le propone esa relación, es ese punto que media entre realidad y fantasía y que a veces nos confunde. Al oeste del sol alude a la historia de los campesinos de Siberia que caminan hacia el oeste sin pensar en nada, como se supone lo hará la propia Shimamoto.

Desde esta lectura, la novela nos habla de la incertidumbre de la vida y de los momentos en que la realidad nos hace navegar en esas fronteras donde a veces, solo a veces, reencontramos el camino de regreso.

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