Gallito ciego
Hernán Schillagi
Libros de piedra
infinita, 2013
Una secreta trama unifica
estos poemas en los que la escritura, y sus ideas afines: mensajes, textos,
cartas, palabras, intentan plantar una lengua para escribir al futuro. En los
versos del epígrafe -extraídos de un poema de Boccanera- está la primera clave
de lectura: “escribir con la mano del deseo, ese libro que mañana hablará como
un hijo”.
Como en el juego del gallito
ciego al que remite el título, el poeta intenta orientarse hasta encontrar las
palabras que alumbren las zonas de oscuridad, que lo devuelvan a la aldea de la
infancia de donde fue desterrado, que lo ayuden a improvisar la última palabra.
Poesía que remite a otros
textos, emanada de un lector que se guarda personajes para luego compartirlos. “arqueología
del café” remite al comienzo de El
coronel no tiene quien le escriba de García Márquez, “Strogoff” es una
clara alusión a la novela de Julio Verne, Strogoff, el mensajero del rey. En
ambos textos se busca que la palabra defina,
evoque, abra un paréntesis.
He aquí la segunda clave, la
poesía como mensaje cifrado, como un enhebrar palabras con los ojos vendados,
un aferrarse al idioma sin soltarse para entender la existencia.
El libro de poemas de Hernán
Schillagi resplandece en imágenes,
algunas nos remiten a actos cotidianos: encender una salamandra, rallar una
manzana, viajar en colectivo, pero detrás de los gestos sencillos, están las
historias sin contar, esa “ficción que sangra y late en los gestos rotos”
Poemas que remiten no a los iluminados lugares
que idealizamos sino a sus zonas más oscuras donde merodea la muerte como expresa
el poeta en “el sabor de lo perdido
recuperado”. Porque la palabra es aquí un
rayo que hiere pero también libera al silencio (“lengua suelta”)
Poemas en los que las metáforas
se construyen desde la observación de acciones
mínimas trazando una escritura imposible
de traducir como es toda experiencia humana y que solo se conserva en los dedos
que “son la memoria del tiempo”
Una escritura que intenta
nombrar el mundo como sólo un poeta puede hacerlo. Sólo él puede oír la música de las palabras aun en los
periódicos usados para envolver un ladrillo que paliará el frío del invierno y
que permitirá ahuyentar a los monstruos.
Construcción imaginaria de
una lengua que pueda descifrar los secretos, los sueños, el quiebre de la
inocencia, el amor y la muerte.
Hernán Schillagi (1976, San Martin, Provincia de Mendoza, Argentina)