sábado, 27 de marzo de 2010

Jóvenes y Memoria en Chaco



Se presentó el libro “Cartas de Cecilia” en el lanzamiento del programa Jóvenes y Memoria en la provincia de Chaco

Siempre es conmovedor asistir al comienzo de actividades que involucran a los jóvenes. Junto con dos alumnas, viajamos a presentar nuestro trabajo realizado en el marco del Programa Jóvenes y Memoria en 2009 con las escuelas Medias 2 y 4 de Bragado.
Fuimos invitados por la Comisión por la Memoria de Chaco que el 23 del corriente hizo el lanzamiento oficial de un programa similar al que hemos participado, en esa provincia.
Con las alumnas Leonor Rodríguez Pratt y Magdalena Gianzanti contamos ante una multitudinaria concurrencia de estudiantes de Resistencia y del interior de Chaco cómo realizamos nuestro proyecto en el Complejo Cultural Guido Miranda.
El acto, organizado conjuntamente por la Comisión Provincial de Chaco, y el área de la Juventud de la cartera de Desarrollo Social y Derechos Humanos y el Ministerio de Educación de esa provincia, contó con la presencia de Aldo Etchegoyen Obispo Emérito de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y Copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y vicepresidente de la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires, la ministra de Desarrollo Social y Derechos Humanos Beatriz Bogado, la presidenta del Instituto de Cultura de la provincia Silvia Robles, la subsecretaria Norma Papinutti y el subsecretario de Coordinación Ejecutiva del Ministerio de Educación Cultura Ciencia y Tecnología Carlos Quiroz, el subsecretario de Derechos Humanos José Luis Valenzuela y el presidente de la Comisión Provincial por la Memoria Emilio Goya, responsable del área de Juventud del Ministerio de Desarrollo Social y Derechos Humanos.
El programa Jóvenes y Memoria propone a los jóvenes que investiguen y cuenten las historias locales del pasado reciente en torno al eje autoritarismo y democracia, de tal modo que sean los chicos los que se apropien de las experiencias del pasado. A partir de un tema de la historia de su comunidad los adolescentes exponen su investigación en un producto final: video, libro, programa de radio, página web, muestra fotográfica, etc.
De la provincia de Buenos Aires se presentaron dos trabajos realizados durante 2009: el libro “Cartas de Cecilia”, biografía de Cecilia Luján Idiart, una joven nacida en Bragado y desaparecida en La Plata en 1977 y el video “El 20 cuenta su historia” realizado por un grupo de estudiantes de la Escuela nº 25 de Isidro Casanova de la Matanza, que cuenta la historia del barrio 20 de junio de 1973 que iba a ser destinado a familias de militares pero que, en vísperas de la llegada de Perón al país, fue tomado por militantes de ERP y Montoneros y entregado a los vecinos que todavía viven allí.

Estuvimos en el Museo de la Memoria de Chaco que funciona en lo que fue la Brigada de Investigaciones y centro de concentración de detenidos y de torturas. La casa, hoy un lugar de memoria, guarda las marcas del horror del pasado pero también es un lugar donde jóvenes y militantes de derechos humanos generan actividades culturales y conmemorativas.

Sobrevuela, desde luego, el recuerdo permanente de la masacre de Margarita Belén, ocurrida muy cerca de Resistencia. Durante la noche del 12 al 13 de diciembre de 1976, en un paraje cercano a Margarita Belén, fueron fusilados 22 presos políticos a los que con anterioridad se había torturado salvajemente, casi todos militantes de la juventud Peronista. El operativo fue realizado conjuntamente por el Ejército Argentino y la Policía de Chaco y fue disfrazado, como era costumbre en esos tiempos, de un tiroteo ocurrido durante un intento de fuga de los prisioneros.
Esta masacre es una causa emblemática para Chaco, que aún hoy, no ha sido esclarecida, pero cuyo relato circula en las paredes, en los afiches y en los relatos de todos los chaqueños.

Este viaje, que hice con mis alumnas, nos permitió conocer otras historias, otras memorias, otras realidades. El Chaco tiene mucho para contar, del pasado reciente, de la exclusión social, de las comunidades originarias, de la lucha de sus militantes políticos.

Los jóvenes investigando el pasado son la mejor garantía de un país democrático. En la provincia de Buenos Aires está abierta la convocatoria para participar en el Programa Jóvenes y Memoria 2010. Ojalá muchos docentes de Bragado quieran sumarse a este trabajo que es un verdadero desafío educativo.
Todavía, en nuestra ciudad, hay muchas historias para investigar y contar.


jueves, 4 de marzo de 2010

Moby Dick y la magnanimidad del mar


He peleado con las más de 800 páginas de la obra de Herman Melville, como el capitán Ahab lo hace con la ballena blanca. No es un libro fácil de digerir, pero su lectura es deslumbrante. Melville construye un mundo a partir de un solo tema: la ballena. “Para producir un gran libro –nos dice- hay que elegir un gran tema. Nadie podrá escribir ninguna obra grande sobre las pulgas, aunque muchos lo hayan intentado”.
Esta novela, publicada en 1851, fue leída en su tiempo como una simple novela de aventuras. Pero es, desde luego, mucho más que eso. Es una novela que nos habla de la actividad de la caza de la ballena, de la soledad del mar, de los múltiples trabajos en la factoría, de las técnicas para manejar el arpón en el momento en que se está en el bote frente al cetáceo, del empecinamiento del hombre que le asigna a un elemento de la naturaleza la condición de mal absoluto. Es la historia de un hombre, el capitán Ahab, que va por los mares a bordo del Pequod con la sola intención de vengarse de Moby Dick, la ballena que le ha arrancado una pierna, contada por un sobreviviente de esa descomunal empresa, Ismael.
Pero para narrar este combate marítimo cuyo esquema abarca unas pocas líneas, Melville intenta contarlo todo: hace una descripción científica de la ballena, dedica capítulos a la cola, a la cabeza, a los tipos de cachalotes, a describir cómo luce el barco en el momento en que faenan al animal, qué se siente cuando se está en el bote, cómo son esos hombres que hacen largos viajes que duran tres o cuatro años para volver con los barriles repletos de esperma de ballena tan útiles para la vida de los hombres del siglo XIX.
Su proyecto es totalizador: “Como yo me he propuesto manejar a ese leviatán debo mostrarme omnisciente hasta en el menor detalle sin olvidar las microscópicas células de la sangre y hurgando hasta el último recodo de sus entrañas”.
Pero antes, en los primeros capítulos, el narrador Ismael juega un poco con los lectores, cuenta cómo es la ciudad desde donde sale el Pequod, Nantucket, donde “una brizna de hierba es un oasis, tres briznas (después de buscarla un día enero) una pradera”, y sus hombres, al caer la noche se dedican a descansar mientras “morsas y ballenas van y vienen por su almohada”.
También destina varios capítulos a presentar otro personaje apasionante, el que será su compañero: "Queequeg era un nativo de Rokovoko, una isla muy lejana situada en el sudoeste. No figura en ningún mapa: los lugares verdaderos nunca figuran en ellos".
Melville utiliza todos los recursos literarios conocidos en su tiempo: el relato autobiográfico, que por momentos se pierde y luego recupera, la descripción fantástica, que luego obtiene una rigurosa explicación (p. ej., las sombras vagamente humanas que se deslizaban hacia el "Pequod" en la brumosa mañana de la partida); las múltiples digresiones como el discurso del sacerdote sobre Jonás, la inclusión de narraciones independientes, digresiones eruditas o científicas, diálogos teatrales, la historia natural de la ballena y lo referente a su caza, el lenguaje coloquial.
El personaje central, pues es él el manomaníaco que seduce a toda la tripulación para que lo acompañen en esa lucha desaforada contra una única ballena a la que atribuye la condición de encarnación del mal absoluto, está trabajado con un refinamiento exquisito propio de un narrador magnífico. Nadie que haya transitado estas páginas deslumbrantes puede borrar la imagen de Ahab en la proa del Pequod, con la pata de hueso clavada en un agujero de la madera, esperando a la ballena bajo la “furtiva humedad de la noche que se le secaba con el sol de la mañana.”
Y ni hablar de las páginas destinadas a significar la blancura de la ballena y asociarla con el mal, esa misma operación que Sarmiento hace con el color rojo en las páginas del Facundo: “Era sobre todo la blancura de la ballena lo que me aterraba”, nos dice.
Moby Dick aparece en los últimos capítulos, cuando ya los lectores estamos desesperados y atiborrado de datos. Con esta dilación Melville nos comunica la experiencia monstruosa de Ahab frente a su propio delirio. Starbuck lo dice: “Debes reconocerlo, Moby Dick no te busca. Eres tú quien lo persigue”.