jueves, 12 de noviembre de 2009

La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares


IMÁGENES VIRTUALES



En 1940, Adolfo Bioy Casares escribió una novela que vaticinaba lo que hoy conocemos como realidad virtual. En este siglo, mediático y virtual, la historia de La invención de Morel sigue siendo fascinante, no tanto por su carácter anticipador, sino porque, en el fondo, cuenta la eterna historia de la imposibilidad del amor, la más antigua y dolorosa de las aventuras humanas.
Un fugitivo llega a una isla y se encuentra de pronto frente a hombres y mujeres que bailan y toman el té bajo la lluvia. De la isla se dice que contagia una terrible peste que mata de afuera para adentro, y el fugitivo, debe convivir con los milagros extraños de ver dos soles y dos lunas o de presenciar el prodigio de pasar, sin ser visto, por los visitantes.
Bioy Casares imaginó en La invención de Morel, a un inventor que intenta dar perpetua realidad a sus fantasías, reproducir a través de complicados aparatos regidos por las mareas a las personas que lo acompañaron durante una semana en la isla y conseguir -aunque de manera ilusoria- el amor de una mujer.
En el siglo XXI, las invenciones de Bioy, que por aquel tiempo en que escribió esta novela parecían sólo surgidas de la literatura fantástica o de la ciencia ficción, no parecen tan lejanas. La realidad virtual, es decir la apariencia de las cosas que en realidad no son, inauguran una nueva manera de recrear lugares y fenómenos físicos, pura ilusión, pero esta vez de la mano de la tecnología.
Con la realidad virtual, todo lo que no tenemos o lo que jamás podremos conseguir, estará a nuestro alcance.
Morel inventa un aparato para reproducir imágenes que lucen tan reales como las personas. El complicado mecanismo funciona merced a las mareas y proyecta imágenes grabadas en un disco, que se repite eternamente, imágenes que se corporizan en el mismo espacio en el que un día vivieron las personas que fueron filmadas. El problema con el que se enfrenta Morel es que esas imágenes no conservan el alma. Su ilusión de lograr la inmortalidad se ve, de esta manera, frustrada. Morel, está enamorado de la esquiva Faustine y, para obtener su amor, dispone de la vida de sus amigos que lo acompañan en la excursión a la isla para pasar el resto de la eternidad junto a ella.
La historia está contada por un fugitivo venezolano que se refugia en la isla huyendo de la policía de su país y que, sometido a las privaciones y al aislamiento, se enamora también de Faustine, que mira todas las tardes la puesta del sol. Cuando el fugitivo descubre que todos los veraneantes de la isla no son reales, sino imágenes grabadas en un disco que se repite cíclicamente, su desesperación lo lleva a filmarse junto a ellos para conseguir el amor de la mujer. Pero en ese juego de realidad virtual, descubre que, aunque eternamente las máquinas lo reproduzcan junto a Faustine, jamás podrá entrar en su conciencia, porque pertenecen a mundos y tiempos diferentes.
Lo que Bioy, uno de los cultores de la literatura fantástica, plantea como trama ingeniosa, la tecnología computacional ha desarrollado a través de la realidad virtual, que utiliza los sentidos del cuerpo, la vista, el sonido, el movimiento y el tacto para simular objetos o lugares reales.
Si en la novela, Morel logra reproducir imágenes a partir de complejas máquinas, en la realidad, ahora cualquier usuario portando un casco y un guante de datos puede adentrarse en un mundo tridimensional y manipular objetos en él, generados por la computadora. La realidad virtual, usada en las estaciones de trabajo de la NASA, por los arquitectos para explorar casas que han sido diseñadas pero no construidas, por los animadores de personajes de caricatura y en los salones de juego de video, es un comprobado milagro tecnológico.
Sin embargo, la novela de Bioy Casares, escrita hace mas de cincuenta años sigue siendo fascinante, no tanto por la sorprendente imaginación de su trama, por ese mecanismo de relojería que es su argumento, sino porque la literatura, aún cuando plantee inventos que después se hacen realidad, como le sucedió a Julio Verne, si está bien escrita, seguirá deslumbrando al lector. "Quise ser escritor para contar, en tono despreocupado, historias de héroes que dejan la seguridad de su casa o de su patria y el afecto de su gente, para aventurarse por mundos desconocidos", admitió Bioy Casares cuando agradeció el premio Cervantes. Recorriendo las páginas de La invención de Morel, los lectores seguiremos asombrándonos del prodigio de esos seres que escuchan Té para dos y Valencia, y bailan bajo la lluvia, entre los pajonales, y seguiremos padeciendo junto al fugitivo, todos los peligros que lo acechan en la isla.
Seguramente, el paraíso de la tecnología nos espera con inventos aún más deslumbrantes que el de las imágenes virtuales, acaso también se llegue a fabricar réplicas de seres humanos y de animales, como en la película Blade Runner, un clásico del cine de ciencia ficción. Pero para los lectores de novelas, la historia de un hombre que se deja morir por amor a una mujer, seguirá siendo el más sorprendente de los inventos humanos.

domingo, 8 de noviembre de 2009

VIII Encuentro de Jóvenes y memoria en Chapadamalal








Recordar el pasado y pensar el presente


Durante tres días –entre el 5 y 7 de noviembre- alumnos de tres escuelas medias de Bragado, presentaron el resultado de sus proyectos de investigación en el marco del VIII Encuentro de Jóvenes y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria. En esta oportunidad, viajaron gracias al apoyo económico del municipio, los equipos de trabajo de los polimodales de las escuelas Comercial, Nacional y Normal acompañados por los docentes coordinadores María del Carmen Giuliano, Marita García, Cristina Alonso y Ana Aguilar.
El encuentro que se realiza en el Complejo Turístico de Chapadmalal es un acontecimiento inigualable donde se encuentran más de 800 en cada tanda y son cinco, alumnos de escuelas de la provincia de Buenos Aires que comparten sus trabajos sobre la memoria del pasado reciente y sobre cuestiones del presente, debaten en foros, participan de talleres y hacen escuchar su voz, aprenden a reconocerse en sus diferencias y estrechan lazos solidarios.
Los trabajos que presentaron los alumnos de Bragado versaron sobre el tema de los desaparecidos oriundos de nuestra ciudad. Los alumnos de la escuela de Comercio presentaron un video que indagó sobre las historias de los siete desaparecidos bragadenses y las escuelas Normal y Nacional presentaron el libro “Cartas de Cecilia” que cuenta la historia de Cecilia Luján Idiart.
El encuentro contó con la presencia del Premio Novel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, que escuchó los trabajos y felicitó el compromiso de los jóvenes con cuestiones que todavía no están cerradas en nuestra sociedad.
Año a año, las investigaciones que realizan los chicos sobre las violaciones a los derechos humanos de la última dictadura militar se van enriqueciendo con otras problemáticas del presente. Este año fueron muy conmovedores trabajos que abordaban temas como el gatillo fácil, que cuestionaban los intentos de aplicar leyes que bajen la imputabilidad de los jóvenes, la exclusión social, la historia de los barrios del conurbano bonaerense, entre otros.
También apareció como otras veces distintas miradas de la guerra de Malvinas. Este año participaron alumnos del Liceo Militar San Martín, acontecimiento sin duda trascendente si se piensa en democratizar a las Fuerzas Armadas.
Varios videos fueron conmovedores, como el presentado por los alumnos de la escuela Padre Carlos Mujica del barrio Puerta de Hierro de La Matanza, sobre el tema de la exclusión y la discriminación y una investigación hecha por los alumnos de Agustina, un pueblo situado a veinte kilómetros de Junín que descubrieron que en una comisaría del lugar había funcionado un centro de torturas y posiblemente hubiera enterradas víctimas de la dictadura.
Estas representaciones del pasado y las marcas que van dejando en el presente, trabajadas en la escuela, nos salvan del silencio cómplice o del mero recuerdo repetitivo. Las múltiples voces de víctimas y testigos que entregan sus relatos a los alumnos dejan un espacio para la continuidad, porque quienes las reciben hacen un nuevo relato de tal manera que la memoria pasa de generación en generación.