lunes, 16 de marzo de 2009

Los escritores y las nuevas tecnologías


¿En qué medida la informática ha modificado este oficio? Hoy el escritor no sólo puede difundir su obra a través del libro, sino que puede hacerlo en un sin número de páginas web, revistas electrónicas dedicadas a la literatura, en sus propios blogs a los que puede acceder gratuitamente y, además puede informarse sobre concursos en los que probar suerte o acceder a talleres literarios a través de Internet.
Desde la aparición de las nuevas tecnologías de la información han surgido nuevos géneros literarios: las novelas basadas en los blogs o blogonovelas, los textos híbridos a los que se ha dado en llamar blooker –blog más book, a los que se les incorpora imágenes- y se ha vuelto más ágil la manera de comunicar la literatura existente con anterioridad a la era electrónica.
Pero, ¿es que antes de la digitalización de los textos el escritor no echaba mano a la tecnología?
Walter Ong en su libro Oralidad y escritura sostiene que la escritura (y especialmente la escritura alfabética) constituye una tecnología que necesita herramientas y otro equipo: estilos, pinceles o plumas, superficies cuidadosamente preparadas, como el papel, pieles de animales, tablas de madera; así como tintas o pinturas, y mucho más.
Si consideramos las tres tecnologías: la escritura, la imprenta y las computadoras, la escritura es la más radical porque inició lo que la imprenta y las computadoras continúan: la reducción del sonido dinámico que es la oralidad al espacio inmóvil de la página.
Lo que sucede es que hemos interiorizado tan profundamente a la escritura que nos cuesta concebirla como una tecnología.
Muchos escritores han reflexionado acerca de los medios utilizados para escribir sus obras.
Octavio Paz sostuvo que “Un novelista necesita su máquina de escribir, pero se puede escribir en cualquier momento, en cualquier parte. A veces compongo mentalmente un poema en el ómnibus o caminando por la calle.”
Gabriel García Márquez por su parte, define de esta manera su relación con la tecnología: “Todos los días hago una copia en papel de lo que escribo en la computadora. Yo no creo mucho en estos aparatos...¡Es que lo que está ahí escrito no existe, es completamente imaginario! Y yo, hasta que no lo veo en una hoja, no lo creo. A la noche me pongo a leer en la cama lo que hice y ahí empiezo a corregir...”
Para el escritor norteamericano Paul Auster sus herramientas son bastante alejadas de los ordenadores: Casi siempre escribo una página por día -no necesariamente buena- y siempre en los cuadernos Clairfontan, de gran formato que me envían desde Francia. No lo hago por fetichismo sino porque me encanta el pequeño cuadriculado de las hojas: son como cajitas que contienen las letras.”
Los cierto es que, a partir del uso de ordenadores, el escritor puede escribir sus obras de manera más relajada. Pensemos lo que sucedía en tiempos de la máquina de escribir. Había que hacer copias y copias y siempre se estaba sujeto a errores y a la necesidad de hacer nuevas correcciones o abollar la hoja y comenzar nuevamente. Invalorable es el auxilio de correctores ortográficos, diccionarios en línea y buscadores de información.
Con el ordenador se puede intercambiar frases sin tener que volverlas a escribir, se puede cambiar el orden de los capítulos si se escribe una novela, o ir viendo las variaciones de un poema desde el inicio de su creación con solo copiarlo y corregirlo todas las veces que requiera su construcción.
La transferencia de un texto a un soporte electrónico lo hace flexible y maleable, cosa que no sucede con el texto impreso, atrapado por su misma mate­rialidad. Del texto electrónico se pueden extraer palabras, nociones, índices de frecuencia; se pueden aproximar palabras o lugares que contengan analogías o afinidades, y construir, en suma, un texto nuevo cuyo autor sería el lector. Esto es lo que algunos han llamado "escrilectura" o "lectura interactiva". Pero, como bien dice Umberto Eco, “El ordenador no es una máquina inteligente que ayuda a gente estúpida, de hecho, es una estúpida máquina que funciona sólo en manos de gente inteligente.”

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