viernes, 3 de abril de 2009

Muñeca rusa de Alicia Dujovne Ortiz

Alicia Dujovne Ortiz nos tiene acostumbrados a una prosa ágil y llena de humor. Lo de ella es, evidentemente, la novela biográfica. Basta recordar algunas obras de esta autora: “María Elena Walsh”, “Maradona soy yo”, “Eva Perón: la biografía”, “Anita cubierta de arena”, entre otras. “Muñeca rusa” (Alfaguara, 2009) es la historia de África Las Heras, alias Patria, una española que fue espía de la Unión Soviética en tiempos de la guerra fría. Una mujer que seduce en París al escritor uruguayo Felisberto Hernández, se casa con él y monta una red de espionaje que se extiende por toda América latina. Si bien la vida de África es fascinante de por sí, lo interesante de la novela es su construcción, su trabajo intertextual con la obra de Felisberto, el andamiaje que la autora va edificando en torno a un personaje que vive en un mundo dual en el que es una mujer dulce y servicial y a la vez un despiadado soldado de la revolución.
África es una muñeca rusa, una mamushka que esconde otras en su interior y por encima de ella, un personaje ficticio, Oleg, su jefe que, desde las sombras, va escribiendo la vida que la espía debe vivir. Oleg es un demiurgo, un titiritero que maneja los hilos de una mujer que hasta el último momento, creerá en su misión revolucionaria y no se permitirá dudar aun cuando quienes la rodean van cayendo en las purgas stalinistas o en el descreimiento que anticipará la Perestroika.
Como un segundo autor de la historia, Oleg representa la contradictoria sensación del escritor que crea a un personaje y lo va acompañando a medida que vive, involucrándose él también en la historia que cuenta. Oleg, como cualquier narrador, no vuelve a ser el mismo después del acto creativo, un narrador que se da el lujo de escribir “sobre la carne de sus personajes”.
El escritor singular que fue Felisberto Hernández -elogiado por Cortázar- autor de cuentos surrealistas en los que los objetos y los seres se fragmentan en múltiples pedazos conformando un universo único en la narrativa rioplatense, aparece en la novela de Dujovne genialmente retratado a partir de los misterios de su vida y de su obra. Alguien que escribió: «Yo estaba destinado a encontrarme sólo con una parte de las personas, y además por poco tiempo y como si yo fuera un viajero distraído que tampoco supiera dónde iba». Y así aparece encontrándose sólo con una parte de África, mirando sin ver la otra muñeca que anida en ella.
Una novela fascinante más allá de la historia increíble de una coronela que simula ser modista y ama de casa, fascinante por su lenguaje que juega con la ironía y con el absurdo, que teje un mundo de apariencias y realidades y que mantiene al lector expectante hasta la última página.


1 comentario:

Unknown dijo...

Tiene muy buena pinta, a ver si lo consigo en España.