Con la muestra “Como un león”, de la Comisión Provincial por la Memoria expuesta en el palacio Municipal de la ciudad de Bragado y el estreno de la película “Haroldo Conti, Homo viator” de Miguel Mato, la Escuela Media N° 2 y la Municipalidad de Bragado rinde homenaje al escritor desaparecido, en el día del profesor.
Porque Haroldo Conti tuvo una vida muy intensa y desempeñó varios oficios. Fue seminarista, aviador, guionista de films publicitarios y de largometrajes, vendedor callejero de libros, vagabundo, náufrago, militante político, periodista, escritor y profesor en escuelas secundarias.
El estreno de la película realizada por Miguel Mato el 17 de setiembre adquiere una doble significación: recordar al escritor desaparecido en un acto de memoria y homenajear en él a los profesores secundarios en su día.
Haroldo fue un profesor diferente, como lo recuerda una ex alumna, Ramy Alvarez Freita, cuyo testimonio está registrado en el libro “Haroldo Conti, biografía de un cazador” de Néstor Restivo y Camila Sánchez: “No era lo que se dice un profesor común. En absoluto. A nosotros no dictaba latín, en segundo año, en el 72”. “No hablaba mucho de sus libros. Tanto que muchas compañeras, creo, ni siquiera sabían que al frente de la clase estaba un escritor de muy alto nivel.”
Y la directora del Liceo Nacional n° 7 Domingo Faustino Sarmiento de Buenos Aires donde Conti enseñaba, recordó con horror que una noche encendió el televisor y lo vio a Haroldo Conti entrevistado por Julio Lagos que decía: “Sí, yo dicto en una escuela latín…la verdad es que cumplo la mitad del programa.” Y pensó que al día siguiente iba a tener que llamarle la atención. Como cuando faltaba y ella le decía: “Conti, no me haga tener que pasarle una observación escrita.”
El mismo Conti dirá en un reportaje publicado en el diario La Opinión del 15 de junio de 1975:”… ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras y hubo una época de silencio en la que me dediqué a estudiar y, voluntariamente, dejé todo ese tipo de inquietudes (se refiere a sus deseos de ser escritor). Por ese camino acabé siendo un triste profesor de escuela secundaria. Hace veinte años que enseño latín.”
Y reflexionando sobre su situación económica: “Miren mi caso personal; tengo seis o siete premios internacionales y sin embargo mi ingreso fijo siguen siendo los doscientos mil pesos mensuales que gano como profesor de latín en una escuela secundaria. Otros halagos económicos no tengo. Me gusta viajar. Creo que para mi oficio es imprescindible conocer lugares y gentes. Viajaría eternamente, pero los viajes me los tengo que financiar yo, generalmente. De modo que un viaje hacia lo desconocido y maravilloso puede ser irme a mi pueblo, a doscientos kilómetros; es toda una hazaña, pero cuesta muchos pesos.”
Conti se desempeñó como profesor de latín en el Liceo N°7 de Buenos Aires desde 1967 a 1976. Luego de su desaparición, durante dos años se le siguieron computando las ausencias y recién a mediados de 1979, el Ministerio de Educación, envió al establecimiento una notificación que lo declaraba cesante por "abandono de tareas".
Ahora, no obstante, cuando Haroldo ya no está entre nosotros, es un orgullo para la Escuela Argentina que haya dictado clases en sus aulas. Pero como siempre, es tarde.
Porque Haroldo Conti tuvo una vida muy intensa y desempeñó varios oficios. Fue seminarista, aviador, guionista de films publicitarios y de largometrajes, vendedor callejero de libros, vagabundo, náufrago, militante político, periodista, escritor y profesor en escuelas secundarias.
El estreno de la película realizada por Miguel Mato el 17 de setiembre adquiere una doble significación: recordar al escritor desaparecido en un acto de memoria y homenajear en él a los profesores secundarios en su día.
Haroldo fue un profesor diferente, como lo recuerda una ex alumna, Ramy Alvarez Freita, cuyo testimonio está registrado en el libro “Haroldo Conti, biografía de un cazador” de Néstor Restivo y Camila Sánchez: “No era lo que se dice un profesor común. En absoluto. A nosotros no dictaba latín, en segundo año, en el 72”. “No hablaba mucho de sus libros. Tanto que muchas compañeras, creo, ni siquiera sabían que al frente de la clase estaba un escritor de muy alto nivel.”
Y la directora del Liceo Nacional n° 7 Domingo Faustino Sarmiento de Buenos Aires donde Conti enseñaba, recordó con horror que una noche encendió el televisor y lo vio a Haroldo Conti entrevistado por Julio Lagos que decía: “Sí, yo dicto en una escuela latín…la verdad es que cumplo la mitad del programa.” Y pensó que al día siguiente iba a tener que llamarle la atención. Como cuando faltaba y ella le decía: “Conti, no me haga tener que pasarle una observación escrita.”
El mismo Conti dirá en un reportaje publicado en el diario La Opinión del 15 de junio de 1975:”… ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras y hubo una época de silencio en la que me dediqué a estudiar y, voluntariamente, dejé todo ese tipo de inquietudes (se refiere a sus deseos de ser escritor). Por ese camino acabé siendo un triste profesor de escuela secundaria. Hace veinte años que enseño latín.”
Y reflexionando sobre su situación económica: “Miren mi caso personal; tengo seis o siete premios internacionales y sin embargo mi ingreso fijo siguen siendo los doscientos mil pesos mensuales que gano como profesor de latín en una escuela secundaria. Otros halagos económicos no tengo. Me gusta viajar. Creo que para mi oficio es imprescindible conocer lugares y gentes. Viajaría eternamente, pero los viajes me los tengo que financiar yo, generalmente. De modo que un viaje hacia lo desconocido y maravilloso puede ser irme a mi pueblo, a doscientos kilómetros; es toda una hazaña, pero cuesta muchos pesos.”
Conti se desempeñó como profesor de latín en el Liceo N°7 de Buenos Aires desde 1967 a 1976. Luego de su desaparición, durante dos años se le siguieron computando las ausencias y recién a mediados de 1979, el Ministerio de Educación, envió al establecimiento una notificación que lo declaraba cesante por "abandono de tareas".
Ahora, no obstante, cuando Haroldo ya no está entre nosotros, es un orgullo para la Escuela Argentina que haya dictado clases en sus aulas. Pero como siempre, es tarde.
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