Ordenando mi biblioteca encuentro el n° 15, de julio de 1974, de la revista Crisis, dedicada en gran parte a la vida y la obra de Hemigway. El artículo más entrañable es el que escribe Haroldo Conti, en el que relata su viaje a Cuba tras las huelas de Mister Pa.
Faltan dos años para que Conti desaparezca en las garras de la dictadura militar. Ya ha publicado sus mejores libros y reconstruye la vida de Hemigway en Cuba como un escritor que busca cómo otro ha construido su universo literario a través de quienes lo conocieron.
Conversa con las personas que han pertenecido al entorno de Hemigway y que aun están vivas, como un empleado del hotel Ambos Mundos, en el que el escritor norteamericano vivía y escribía cuando estaba en Cuba, en la habitación 511.
El artículo está ilustrado con varias fotos. Hay una de la ventana abierta por la que se ve el panorama que el autor de “Los asesinos” divisaba desde su habitación del hotel. Entrevista a Marcelino Piñeiro, el jefe de ropería del hotel Ambos Mundos. El hombre habla de la naturaleza bondadosa de Pa, “que se hacía querer por todo el mundo”.
En ese hotel, Hemigway escribió “Adiós a las armas” y Marcelino lamenta no haber guardado alguno de los borradores que el escritor tiraba a la basura, puesto que escribía a mano sin corregir y luego pasaba los originales a máquina.
También Conti va a Cojímar en busca de Gregorio, el pescador que sirvió 27 años como patrón de El Pilar, el crucero de Hemigway.
Cojímar es un pueblo de pescadores y ahí está el lugar y los personajes que lo inspiraron para escribir “El viejo y el mar”.
Lo que emociona al leer esta nota son las reflexiones de Haroldo Conti, por ejemplo cuando se enfrenta con el busto del escritor hecho con las hélices fundidas de las embarcaciones: “Yo me pregunto qué sentirá el viejo realmente tanto tiempo y tanta historia y ese hombre con el que convivió 27 años ahora montado en una piedra sobre dos fechas y entre las dos un espacio pelado que corresponde a su vida”.
El recorrido continúa en Finca Vigía, al este de La Habana. La fastuosidad de la casa cubana de Hemigway incomoda a Conti, revela la opulencia de un escritor norteamericano que cobraba 15 mil dólares por un simple artículo. Al compararse, Conti, escritor de un país pobre que desvaloriza la cultura, reflexiona: “…nos queda el desvelado orgullo de nuestra inmensa y rebelde pobreza que en algún sentido ayuda a nuestra escritura pues nos mantiene junto al pueblo y nos aleja del privilegio”. Toda una poética de un escritor que siente que acompaña una revolución que nunca va a llegar, nótese que este texto aparece publicado en el mismo mes en que muere Perón y se desata la violencia de la derecha en la Argentina, aparece la Triple A y domina la sombra siniestra de López Rega.
Conti, que amó navegar y describió barcos en “Mascaró” y en otros textos, termina la nota con una alusión a El Pilar, el barco de Hemigway varado en el jardín de Finca Vigía desde que la casa se convirtió en museo. Dice: “Este es el barco que el viejo amó como a un hijo, condenado in memorian a vivir lejos del mar, a navegar nostálgicamente entre arecas y palmeras sobre el césped bien cortado, el último trofeo de aquel incansable cazador.”
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Faltan dos años para que Conti desaparezca en las garras de la dictadura militar. Ya ha publicado sus mejores libros y reconstruye la vida de Hemigway en Cuba como un escritor que busca cómo otro ha construido su universo literario a través de quienes lo conocieron.
Conversa con las personas que han pertenecido al entorno de Hemigway y que aun están vivas, como un empleado del hotel Ambos Mundos, en el que el escritor norteamericano vivía y escribía cuando estaba en Cuba, en la habitación 511.
El artículo está ilustrado con varias fotos. Hay una de la ventana abierta por la que se ve el panorama que el autor de “Los asesinos” divisaba desde su habitación del hotel. Entrevista a Marcelino Piñeiro, el jefe de ropería del hotel Ambos Mundos. El hombre habla de la naturaleza bondadosa de Pa, “que se hacía querer por todo el mundo”.
En ese hotel, Hemigway escribió “Adiós a las armas” y Marcelino lamenta no haber guardado alguno de los borradores que el escritor tiraba a la basura, puesto que escribía a mano sin corregir y luego pasaba los originales a máquina.
También Conti va a Cojímar en busca de Gregorio, el pescador que sirvió 27 años como patrón de El Pilar, el crucero de Hemigway.
Cojímar es un pueblo de pescadores y ahí está el lugar y los personajes que lo inspiraron para escribir “El viejo y el mar”.
Lo que emociona al leer esta nota son las reflexiones de Haroldo Conti, por ejemplo cuando se enfrenta con el busto del escritor hecho con las hélices fundidas de las embarcaciones: “Yo me pregunto qué sentirá el viejo realmente tanto tiempo y tanta historia y ese hombre con el que convivió 27 años ahora montado en una piedra sobre dos fechas y entre las dos un espacio pelado que corresponde a su vida”.
El recorrido continúa en Finca Vigía, al este de La Habana. La fastuosidad de la casa cubana de Hemigway incomoda a Conti, revela la opulencia de un escritor norteamericano que cobraba 15 mil dólares por un simple artículo. Al compararse, Conti, escritor de un país pobre que desvaloriza la cultura, reflexiona: “…nos queda el desvelado orgullo de nuestra inmensa y rebelde pobreza que en algún sentido ayuda a nuestra escritura pues nos mantiene junto al pueblo y nos aleja del privilegio”. Toda una poética de un escritor que siente que acompaña una revolución que nunca va a llegar, nótese que este texto aparece publicado en el mismo mes en que muere Perón y se desata la violencia de la derecha en la Argentina, aparece la Triple A y domina la sombra siniestra de López Rega.
Conti, que amó navegar y describió barcos en “Mascaró” y en otros textos, termina la nota con una alusión a El Pilar, el barco de Hemigway varado en el jardín de Finca Vigía desde que la casa se convirtió en museo. Dice: “Este es el barco que el viejo amó como a un hijo, condenado in memorian a vivir lejos del mar, a navegar nostálgicamente entre arecas y palmeras sobre el césped bien cortado, el último trofeo de aquel incansable cazador.”
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1 comentario:
que grande tesoro que es esa coleccion de revistas
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