por María Cristina Alonso
“La
verdadera razón por la que no quisiera pasar mi vida vendiendo libros es que,
cuando lo hice, perdí el amor que les tenía. Un librero se ve obligado a mentir
sobre los libros, y esto le provoca aversión hacia ellos”, escribe George
Orwell en 1936, en su libro Recuerdos de
una librería. En las antípodas, Mary Ann Shaffer le hace decir a Juliet, la
protagonista de su única novela La Sociedad
literaria del pastel de piel de patatas de Guernsey: “Me encanta ir a las
librerías y conocer a los libreros. Realmente los libreros son una raza
especial. Nadie -en su sano juicio- aceptaría trabajar de dependiente en una
librería por el sueldo, y ningún propietario en sus cabales querría ser dueño
de una, porque el margen de ganancias es demasiado bajo. Así que tiene que ser
un amor a la lectura lo que les empuja a hacerlo, junto con ser los primeros en
hojear las novedades.”
Acaso
esa pasión por hojear las novedades sea el origen de La fabulosa, la librería de la escritora, traductora y librera Ana
Garralón[1], que se especializa en
libros de literatura infantil y juvenil hispanoamericana. La fabulosa está en la calle Santa Ana del barrio La Latina, en
Madrid. Ana es autora, entre otros libros, de Historia portátil de la literatura infantil (Anaya, 2001), Leer y saber. Los
libros informativos para niños, (Tarambana Libros, 2013) y de un blog que es un
referente para los escritores y promotores de literatura: Anatarambana. Literatura infantil (http://anatarambana.blogspot.com/)
Aunque
se especializa en libros álbum y es una autoridad en la materia, Ana advierte
sobre el abuso de los libros que sólo tienen bellas imágenes y sostiene que hay
que volver a las narraciones, que los niños y jóvenes -que ya de por sí viven
en un mundo de imágenes- necesitan recuperar la palabra.
La fabulosa no sólo ofrece
libros de Literatura Infantil y Juvenil, sino que organiza presentaciones de
autores e ilustradores, como la del viernes 12 de abril. Ese día, un ilustrador
chileno, Matías Prado, habló ante un público de ilustradores y diseñadores que
eran sus seguidores por las redes, sobre las decisiones estéticas que tuvo que asumir
al planear sus ilustraciones del libro De
cuento en cuento (Amanuta, 2018). Se trata de un libro constituido
por fragmentos de cuentos populares acompañados de sus obsesivos hombrecitos,
que recorren cada una de las páginas.
En
su blog, Anatarambana, Ana Garralón
desarrolla el tema del abuso del libro álbum por parte de editoriales y
mediadores de lectura. Hay una carencia enorme de lecturas- explica- para un
público que ya domina la lectura. Sólo se ofrece a los niños libros bien
ilustrados, pero los niños quieren leer mucho y sentirse identificados como
lectores. Y arriesga, que no es de extrañar que, con el abuso de los libros
ilustrados, muchos adultos leerán novelas juveniles porque no habrán superado
la etapa infantil de lectura y buscarán un libro “gordo y que se lea de un
tirón.”
Escribir
sobre una librería porque antes se ha estado al frente de ese negocio fue lo
que impulsó a Penélope Fitzgerald a concebir, en 1978, Thebookshopp (La librería,
Impedimenta, 2010). La novela-que fue adaptada al cine por Isabel Coixet- fue
escrita en épocas muy duras para la autora inglesa, cuando debió trasladarse
con su familia a Southwold, un lejano pueblo costero de Inglaterra, y conseguir
un trabajo a tiempo parcial en una librería del lugar, Sol BayBooks. Florence Green, la protagonista de su novela,
es una mujer valiente que decide abrir una librería con libros para acercar los
mundos de ficción a una comunidad cerrada y claustrofóbica que le pone
inconvenientes para desarrollar su negocio. Valiente porque mantiene su
decisión de abrir una librería en un lugar lleno de mezquindades y poco vuelo
intelectual, que no apreciaba su intento.
Penélope
Fitzgerald, escritora tardía, comenzó a los 61 años su carrera de escritora y
escribió ocho novelas antes de su muerte.
Con el
mismo afán de demostrar que el lugar donde circulan los libros crea lazos y
acerca a la gente, la escritora Laura Riñón Sirena[2]
abrió -en la calle Pelayo 60,del barrio de Chueca, en Madrid- la librería Amapolas en octubre. Laura derriba las
fronteras entre realidad y ficción, dado que su librería se denomina como su
novela Amapolas en octubre (Espasa,
2016) y, como Carolina, la protagonista, rinde culto al libro que ha sido
fundante en su vida de lectora, Mujercitas,de
Luisa MayAlcott. Uncoqueto rincón de la librería, con un sillón y una lámpara
que esparce una luz tenue, evoca las reuniones de la familia March compartiendo
historias en las noches de invierno, tal como lo sugiere una antigua
ilustración de la novela de Alcott.
Como
la autora sostiene, Mujercitas fue el libro que le dio la bienvenida al
mundo de la literatura, y la primera vez que vivió una historia que no era la
suya. Librera y escritora, quien lee su novela y visita su librería pasa como Alicia a través del espejo y se pregunta de qué lado de la frontera está. Paredes cubiertas con cuadros con fotos de los escritores que Laura lee y admira;una frase que asalta al visitante desde la blanquísima pared y que ha escapado de su novela-“Erase una vez una puerta cerrada, una ventana abierta y una mujer valiente. Fin”- componen un espacio que no es una librería clásica, sino -como su dueña lo pretende- un lugar de encuentro en el que el centro de todo son los libros.
mundo de la literatura, y la primera vez que vivió una historia que no era la
suya. Librera y escritora, quien lee su novela y visita su librería pasa como Alicia a través del espejo y se pregunta de qué lado de la frontera está. Paredes cubiertas con cuadros con fotos de los escritores que Laura lee y admira;una frase que asalta al visitante desde la blanquísima pared y que ha escapado de su novela-“Erase una vez una puerta cerrada, una ventana abierta y una mujer valiente. Fin”- componen un espacio que no es una librería clásica, sino -como su dueña lo pretende- un lugar de encuentro en el que el centro de todo son los libros.
“Los libros nos eligen a nosotros -
reflexiona la autora en su novela Amapolas
en octubre-, las obras esperan su turno hasta que estamos preparados para
hacerlas nuestras. Frases o párrafos que se quedan para siempre en los lectores
y personajes a los que damos vida, que habitan en nuestro interior y que
convertimos en confidentes espontáneos y en compañeros incondicionales.Las
novelas se escriben gracias a la vida de los escritores, todo lo relatado
resulta real. Y nada lo es. El lector decide, porque es él el que terminará de
escribir la historia”.
Pero hay que llegar a Vic, un
municipio español de la provincia de Barcelona,
para encontrar -en Carrer de la Fusina 17- una librería dedicada a la
literatura infantil. Su propietario es un escritor uruguayo, Germán
Machado[3].
La ciudad, que tiene
un templo romano, una plaza del mercado cuyos pórticos datan de los siglos XII
y XIII, y es famosa por el salchichón, ha sido el lugar que Germán Machado
encontró para llegar, instalarse y seguir escribiendo sus cuentos para niños,
sus poemas y su literatura para adultos.
El PetitTresor es una librería especializada en literatura infantil y
concebida como lugar de encuentro para autores, docentes, mediadores de lectura
y -desde luego- niños y niñas.
En su más reciente libro álbum, ilustrado
por Anna Aparicio Català, Amaryllis, Germán Machado
narra, acaso en clave autobiográfica, la historia de una flor que decide
abandonar su soledad y su encierro y salir al camino para conocer a otros seres
con quien compartir experiencias y aprender nuevas historias. Es un relato de
camino, cuyo texto breve y poético es acompañado por las ilustraciones
sugestivas y ambiguas en las que el mundo vegetal acecha y se distiende según
las etapas que Amaryllis transita en su largo camino hasta llegar a “un lugar
como regazo de esperanzas. Un lugar como un jardín contra la soledad”.
Dice Germán-mientras toma mate y saluda a un amigo en catalán
que irrumpe en su librería- que ser librero conlleva un baño de humildad para
un escritor, que estando detrás del mostrador se entiende mejor qué difícil es,
para un libro, llegar a manos de un lector y qué milagro cuando esto sucede.
George Orwell, el autor de 1984, escribe -en sus recuerdos del tiempo en que era un librero-:
“Durante su largo turno de trabajo, debe encargar raros ensayos que nadie
vendrá a recoger, rechazar kilos de novelas que un señor con olor a rancio le
intenta vender, o encontrar un libro —del que no sabe ni el título ni el autor—
que una adorable viejecita leyó hace cuarenta años. “
Germán Machado, en cambio, relata a sus lectores de Facebook
algunas cuestiones del oficio. Dice que la gente cree que un librero se la pasa
leyendo, pero son muchas otras tareas las que debe realizar, como romperse las
pestañas interpretando planos para montar los expositores que envían las
editoriales, desembalar libros y demás. Germán da cuenta, cada tanto, a sus
lectores de este costado menos glamoroso de la actividad. No obstante, es
evidente que hay algo más –para estos escritores devenidos en vendedores de
libros- que los hace persistir.
Seguramente vender libros no es uno de los negocios más
rentables, pero por algo estos escritores, lectores incorregibles, han pensado
sus librerías por amor a la lectura, para que la gente y los libros se encuentren
en ese viaje a la vuelta de las páginas.
[1]Ana
Garralón es escritora, traductora, librera y una
autoridad en el libro informativo (hace unos años publicó Leer ysaber. Los libros informativos
para niños, Tarambana Libros, 2013), pero también es un
referente si se quierepara descubrir un libro álbum de ficción bien
construido o algún proyecto de edición inusual. Sus textos tienen una dimensión
histórica y social poco común en el medio.(Con una beca de la Biblioteca
Internacional de Munich, Ana Garralón realizó la concienzuda investigación que
sustenta su libro Historia
portátil de la literatura infantil, (Anaya, 2001), escrito en un
tono crítico y libre con el que desata discusiones, provoca curiosidad y gana
seguidores.
[2]Laura Riñón Sirena, escritora española, ha publicado
el libro de relatos Dueño de tu destino y las novelas Todo lo que
fuimos y Amapolas en octubre.Este último ha sido traducidoal
italiano y al búlgaro. Colabora en diversos medios, escritos o
radiofónicos.
[3]Germán Machado nació en Montevideo, Uruguay, en 1966, y reside en
Vic, Barcelona, donde creó la librería El PetitTresor, Germán Machado es un autor que escribe tanto para
adultos como para niños y adolescentes. En el año 2009 creó el blog Garabatos y Ringorrangos.
Entre los
títulos de narrativa y poesía que Germán Machado ha publicado para los lectores
más jóvenes se encuentran ¡Baja
de esa nube! (Ekaré), Salir
a caminar (A buen paso), Suerte de colibrí (Edelvives), Breve historia de una pompa de
jabón(SavannaBooks), El
señor Dino Hache y el canario dorado (Amargord), TamanduáKiller (Fin
de Siglo) y Ver
llover, La
Escuela de Gatos de la Señorita Cara Carmina y La jaula (Calibroscopio).
Este último libro ha sido ilustrado por
Cecilia Varela y fue uno de los ganadores del Premio Fundación Cuatrogatos 2019.
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