sábado, 17 de mayo de 2008

Un día en la vida de Daniel Kahan

Creo que el día en que conocí a Daniel Kahan pude darle más valor a la vida. Daniel es un tipo increíble que siempre está pensando como enriquecer su existencia. Le gustan muchas cosas, la música sobre todo, y por eso toma clases de canto los sábados a la mañana. Por la tarde le da rienda a su veta histriónica y participa en un grupo de teatro.
Daniel es abogado y hace un postgrado en derechos de autor y propiedad intelectual. Trabaja en el departamento de legales del canal estatal y es querido por sus compañeros con quienes gasta bromas y comparte alegrías y tristezas.
Es muy cálido y se preocupa por las injusticias del mundo. Le duele la pobreza y los vaivenes escandalosos del país que le tocó en suerte.
Tiene 57 años y es soltero, lamenta no haber constituido una familia.
Conozco su vida en detalle, porque él fue contándome su historia para que yo a la vez la pusiera en palabras. Escribir la vida de los otros es una travesía indescriptible. Uno cree con su oficio que puede tomar distancia y objetivar los sucesos que narra. Pero para hacer una biografía es necesario ponerse en la piel del personaje y empezar a sentir y a pensar como él.
A lo largo de un día en la vida de Daniel Kahan, contada desde una mañana de invierno en la que él sale de las sábanas a enfrentar el mundo hasta la noche en que, antes de acostarse, tiene que lidiar con sus fantasmas, yo empecé a entender de qué se trataba vivir con parálisis cerebral espástica.
De eso adolece Daniel. Y esa discapacidad, lejos de derrotarlo le ha dado una fuerza inusual, un deseo de vivir y superarse poco común.
Por eso, mientras escribía su vida, yo aprendía el valor de la mía. Daniel me daba lecciones de coraje, de dignidad, de templanza.
La escritura es un lugar de aprendizaje constante, un espacio para experimentar todos los matices del mundo, todos los avatares de la existencia.
En el libro que escribimos juntos, él recordando, yo poniendo por escrito sus experiencias, está la historia de un hombre singular. Pero no es diferente porque posee una discapacidad, sino porque es singular su valentía y su permanente deseo de convertirse en un ser humano mejor y, de esa manera, honrar la vida que le fue dada.

1 comentario:

Estefania dijo...

Cristina:
Pase por tu blog y este último texto me parece que es importante, porque es un ejemplo de vida, ya que, este señor Daniel Kahan debido a su enfermedad demuestra su capacidad a la hora de desarrollar actividades; la misma no resulta ningún impedimento para él, porque su fuerza de voluntad y deseo de transmitir, no es superada por ningún obstáculo.
Teves, Estefanía