viernes, 7 de agosto de 2009

Robert Louis Stevenson: la lección del maestro


Stevenson fue uno de los escritores más populares del mundo inglés durante los primeros años del siglo XIX. Él pensaba que, las narraciones son para los adultos lo que los juegos son para los niños y, por lo tanto creía que todo buen relato debía repetirse en mil imágenes coloreadas al ojo del que las evocara. Stevenson sostenía que un buen relato debía comunicar una anécdota, un incidente que actuara sobre la imaginación y sobreviviera más claramente en la memoria que los ínfimos detalles de la novela pretendidamente social.

Sostenía que, una obra de ficción es un objeto artificial pero, debe tener la apariencia de una vida propia, representar la realidad. Y que los personajes de ficción son sólo “sartas de palabras y partes de libros”.

Para el escritor inglés la mejor manera de hacer del lector un activo colaborador en el proceso de creación consiste en combinar dos impulsos contrarios: dirigirse hacia abstracciones generalizadas y hacia detalles sorprendentes, por el otro. Un proceso de abstracción y simplificación hace evidente la artificialidad de la obra.

Esos “detalles sorprendentes y misteriosos” hacían excitar la imaginación del lector con detalles fascinantes.

La novela, que es una obra de arte, existe no por sus semejanzas con la vida que son forzadas y materiales sino por su incontenible diferencia con la vida.

Un texto debe permanecer a la vez abierto y ambiguo y precisamente resultará sugestivo por su mismo carácter incompleto.

Stevenson evita el “relleno” propio de la novela victoriana. Al suprimir rellenos impidió que el lector se sintiera a gusto con los personajes, siempre queda la impresión de que se sabe muy poco de ellos.

Sin embargo, Stevenson da importancia al empleo de cierta clase de detalles que clasifica:
1) los que unen distintos momentos de un relato (actuando como leimotivs) o que ayudan a reforzar una escena particularmente importante (y emblemática),
2) y los que llevan al lector a inventar una historia para justificar la presencia de un detalle inexplicable o anómalo. Es decir los detalles que actúan dentro del relato o fuera del mismo.
Ejemplos que da Stevenson: Robinsón Crusoe retrocediendo ante la huella y Ulises doblando el arco: es decir, cuadros vívidos, estáticos. Escenas memorables que graban el relato en la memoria como una ilustración.

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