
“Ahora que es noche cerrada -escribía Haroldo Conti en setiembre de 1969- y las voces y las paredes se han muerto hasta mañana y la Gran Noche de Baires se parece al mar, pongo un disco de Jobin para no morirme del todo y pienso en mi otro amigo, porque es el momento de los amigos y las ausencias, mi amigo Alfonso Domínguez, capitán, que vive también frente al mar, algunas millas más abajo sobre el lomo salado del Cabo de Santa María y que toca la flauta como Herbie Mann y talla mascarones como Aleijandinho y que aparte de eso calcula la derrota de cada barco que pasa en el horizonte y bebe una copa de vino a cada cambio de viento, siempre que no tarde demasiado, y en los otros y salto sobre las distancias y el tiempo y los junto a todos ellos en esta mesa del recuerdo que tiendo y sirvo para mis amigos.”
Haroldo era de Chacabuco, aquí cerquita de Bragado. El describió como nadie estos caminos polvorientos, esa quietud propia de los pueblos bonaerenses y registró sus personajes singulares. Sus palabras me ayudan, también, en este atardecer, a reunirme con mis amigos lejanos.
Haroldo era de Chacabuco, aquí cerquita de Bragado. El describió como nadie estos caminos polvorientos, esa quietud propia de los pueblos bonaerenses y registró sus personajes singulares. Sus palabras me ayudan, también, en este atardecer, a reunirme con mis amigos lejanos.
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