sábado, 2 de agosto de 2008

El mundo de Kafka


La ciudad de Praga en la que nació Kafka pertenecía por ese entonces, en 1883 al Imperio Austro Húngaro. Los Kafka eran una familia de clase media regida por el padre, un comerciante que influyó tanto en Franz que en su obra puede rastrearse el agobio causado por figura dominante. Ya veremos cómo el escritor dejó plasmados sus sentimientos de inferioridad y rechazo paterno en su Carta al padre.
Kafka estudió derecho en la Universidad de Praga y trabajó en una compañía de seguros hasta que enfermó de tuberculosis. Este trabajo, tan ajeno a su vocación literaria le permitió describir a la burocracia como uno de los aparatos fundamentales en el proceso de destrucción del individuo y de mecanización de la sociedad.
Su enfermedad, incurable por ese entonces, lo obligó a reponerse primero junto al lago de Garda y después en Merano, hasta que en 1920 tuvo que internarse en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, donde murió el 3 de junio de 1924.
Nunca se casó aunque estuvo comprometido dos veces, Su relación con Felice Bauer, una joven alemana con la que se relacionó entre 1912 y 1917 quedó plasmada en su libro, Cartas a Felice (1967).
Su amigo Max Brod contravino el testamento de Kafka que determinaba que sus manuscritos inéditos fuesen destruidos a su muerte. Brod los publicó póstumamente. Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka es más conocido: El proceso (1925), El castillo (1926), y América (1927). La fuerza de su obra ha sido tan original que el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas, o a su tratamiento en la literatura.
Temas como la soledad, la frustración y la sensación angustiosa de culpabilidad atraviesan toda su obra. Sus libros cuentan la historia de una imposibilidad: la de expresar, a través de la escritura, el drama del hombre actual, con su crisis religiosa, con sus temores irracionales y su indefensión frente a un poder irracional. Cercano al filósofo Sören Kierkegaard y a los existencialistas del siglo XX, sus textos mezclan lo fantástico y lo real, como en La metamorfosis (1915).
Los héroes que pinta Kafka intentan ser acogidos por el poder y al someterse a él muestran su arbitrariedad y su imposibilidad de ser descifrado.
Casi con lucidez anticipatorio, Kafka nos habló de los infiernos que ocurrirían después de su muerte como el Auschwitz de Hitler y en el Gulag de Stalin.

1 comentario:

Juaco Stringa dijo...

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